Colección de maquetas construídas por Antonio Lara Villodres

Batería naval del siglo XVIII

Batería naval de un buque de línea español del siglo XVIII. Estas piezas de artillería se hallaban situadas en los laterales y a lo largo de los distintos puentes o cubiertas de que disponía el buque; incluso los hubo construidos de tres puentes y de 114 cañones. Con este temible armamento, el buque de guerra de la Marina Real Española era considerado un potente enemigo a batir.
Estas piezas, fundidas en hierro colado, estaban montadas sobre soportes denominados afustes o cureñas, elaborados en madera y con ruedas. Se hallaban sujetas a su emplazamiento mediante aparejos compuestos de recias cuerdas y motones, que servían principalmente para aguantar el retroceso tras el disparo.
El cañón naval de a 24 libras medía unos tres metros de largo y un peso de 2268 kilos. La carga del proyectil, o bala esférica, se efectuaba por la parte delantera del cañón o boca y su disparo podía alcanzar los 3000 metros de distancia.
El servicio de la batería era llevado a cabo por un grupo de hombres cualificados para los distintos cometidos, y su número dependía de la situación bélica del momento. Para ello usaban una serie de utensilios o herramientas, como por ejemplo: el atacador, la esponja, el cepillo, el rascador o el botafuego. Igualmente, los artilleros usaban el agua contenida en varios cubos de madera para refrescar el cañón tras varios disparos.
Tanto las baterías de a 24 como la de a 36 libras fueron de las más usadas por la Marina Real Española. Su empleo fue gradualmente abandonado debido principalmente a los avances tecnológicos y matemáticos experimentados a lo largo de este siglo XVIII.



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