Colección de maquetas construídas por Antonio Lara Villodres

Ataque francés al barrio de la Trinidad

Una vez doblegada la plaza de Boca de Asno, el ejército de Sebastiani fue bajando hacia la ciudad de Málaga, aplastando toda la resistencia de los pueblos por donde fueron pasando, imponiendo el terror y el vandalismo más cruento. La fuerza expedicionaria francesa contaba con unos efectivos que rondaban los 50.000 soldados de infantería, más la caballería del general Milhand, de unos 2.500 jinetes polacos pertenecientes al Regimiento 21 del Vístula y una organizada y poderosa artillería. Estas tropas poco a poco se fueron concentrando a la entrada de la ciudad de Málaga.
 
 
Los militares españoles, conociendo el poderío militar francés, se fueron preparando para el duro y desigual enfrentamiento que les esperaba, en una lucha a vida o muerte. La poderosa maquinaria que había logrado construir Napoleón, fue penetrando poco a poco, destrozando los pequeños núcleos de resistencia vecinales en los barrios de Teatinos, Trinidad y Perchel. En ellos se desarrollaron, en días posteriores, las mayores atrocidades de aquel poderoso ejército contra un pueblo alzado ante la infamia. A las cinco y cuarto de la tarde del día 5 de febrero de 1810, las tropas francesas entraron en la ciudad, llevando a cabo la miserable misión de saquear, incendiar y matar vilmente. El enfrentamiento contra las tropas francesas fue dispar por la desigualdad existente.
 
 
La lucha fue muy violenta: muchos vecinos se echaron a la calle empuñando orcas, palos y cuchillos en una lucha sin cuartel pero, desgraciadamente, fueron aplastados por la dura respuesta de los militares franceses que no se detuvieron ante nada. Aquellos hechos sangrientos se debieron mayormente a las acciones de los conocidos lanceros polacos, los cuales, arremetían sin piedad contra la vecindad, ya fueran mujeres, ancianos u hombres. Poco a poco, los últimos focos de resistencia en los barrios antes mencionados fueron acallados con dureza. Tras la rendición, ahora tocaba la represión con los muchos vecinos y militares que habían sido cogidos prisioneros.
 

Quedarían dos años más de dominio francés en el que las instituciones malagueñas, como tantas otras, cayeron doblegadas a los pies del rey José Bonaparte, jurándole fidelidad. Tras la derrota del ejército francés en Bailén, se inició su huida con el tradicional uso de la rapiña y el expolio de toda la plata y el oro de los centros religiosos que encontraron a su paso.
 


Hay un hecho curioso de la estancia del ejército de Napoleón en Málaga, que es el siguiente: la Aduana de Málaga estaba en plena construcción cuando los invasores entraron en la ciudad, y se indica que junto a los muros del edificio se apilaban ingente número de maderos de especial tamaño y calidad, usados, posiblemente, para el entablado de los pisos de la futura Aduana. El caso fue que todo aquel maderamen depositado para la construcción del edificio desapareció. Cuando se volvió a reiniciar la construcción del inmueble aduanero, se volvió a reponer toda aquella madera que había sido sustraída.


 

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