Colección de maquetas construídas por Antonio Lara Villodres

La Poliorcética

La Poliorcética, conocida como el “arte de la defensa y el asedio de las ciudades”, incluía maniobras y procedimientos militares que propiciaron el desarrollo de nuevas ciencias: la Neurobalística y, más tarde, la Pirobalística. Ambas, a lo largo de la antigüedad, ejercieron en el Arte de la Guerra una influencia capital. Con ellas, grandes conquistadores lograron a lo largo de la Historia múltiples objetivos.
Durante la época grecorromana (Dionisio I, 399 a.C.) la Poliorcética experimentó uno de los mayores auges tecnológicos de la antigüedad, debido a que dicho rey reunió a un gran número de “maestros” en la construcción de ingenios y máquinas para la guerra. De sus manos surgieron las máquinas más difundidas que trabajaban con resortes de torsión, sistemas por aquellos tiempos desconocidos. Ejemplo de aquellas fueron las máquinas lanzadoras de piedras o de flechas.
Roma, que dio al mundo grandes militares y estrategas, difundió la Poliorcética a lo largo de todo el orbe conquistado. De las manos de sus ingenieros nacieron poderosos ingenios y otros fueron mejorados. Sus máquinas de torsión más conocidas fueron las Ballistas, los temibles Escorpiones y los Onagros, con los que las legiones romanas asediaron numerosas ciudades y conquistaron grandes territorios. Con la caída del Imperio Romano, tanto la ciencia Neurobalística como la Poliorcética pasaron por un periodo oscuro, en el que las antiguas técnicas y conocimientos heredados del pasado fueron olvidados. A lo largo del Medievo, éstas fueron poco a poco surgiendo, aunque de ejecución más ruda y simple. Mostramos aquí estas dos máquinas dotadas con sistemas basados en la torsión por medio de madejas de tendones de animales. Una de ellas usa palas a modo de una ballesta gigante, y la otra, el sistema de palanca. Las dos usaban generalmente piedras como proyectiles, aunque también podían disparar otros de tipo incendiario.


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