Colección de maquetas construídas por Antonio Lara Villodres

Batería de San Rafael del Puerto de Málaga

Es muy posible que la batería de San Rafael, que estuvo situada al final del espigón del lado izquierdo del río Guadalmedina, fuera la última defensa provisional que el Ministerio de la Guerra mandara construir para el Puerto de Málaga hacia finales del siglo XVIII, según he podido observar y comprobar en un antiguo proyecto del Puerto del ingeniero José Carrión Francés, fechado en el año 1789.
San Rafael componía, junto a las baterías de San Nicolás, San Lorenzo, San José y San Felipe, las fortificaciones que defendían el Puerto de Málaga y su ciudad, que con el paso del tiempo resultaron obsoletas para dicho cometido. Por ello, a principios del siglo XX, fueron demolidas prácticamente en su totalidad.
Pero siguiendo con las vicisitudes de esta batería, indicar que dada su corta existencia y nula utilidad militar, ha producido poca documentación y sólo algunas referencias que a continuación señalamos.
La primera descripción que tenemos de la misma fue del ingeniero director y militar Felipe de Paz y Solá, en 1803, el cual, indicaba que San Rafael era una batería provisional, de fajinas con una explanada de hormigón, que se encontraba en el espigón a un lado del río Guadalmedina. Para el resguardo de los soldados había una pequeña choza y para la defensa de la costa, cuatro piezas de a 24 libras.


Años más tarde, hacia 1830, en un informe elaborado por el sevillano Mauricio Rodríguez de Berlanga, mariscal de campo de ingenieros, éste hacía una breve descripción de la misma, en la que decía que la batería de San Rafael tenía figura semicircular, a barbeta arruinada y sin explanada. Tenía capacidad para siete piezas de artillería de gran calibre, aunque sólo disponía de cuatro, uno de a 24 libras y tres, de a 12 libras, y un mortero. Contaba con una caseta para la guardia fuera de la batería, para unos siete soldados pertenecientes a la Compañía de Fijos de Málaga. Mauricio Rodríguez aconsejó adelantar aún más la batería en el espigón, unas cincuenta varas. Y según se puede observar en la imagen de la maqueta que se presenta, tras la batería aparecía una incipiente avenida, compuesta de jóvenes árboles, denominada por el pueblo la Avenida de los Tristes o de Colón. Estos terrenos colindantes al Puerto, fueron poco a poco espacios ganados al mar y mostrados detalladamente en sus trabajos por los ingenieros como Rafael Mitjana y Ardison.


Por otro informe elaborado en 1849 por el brigadier de ingenieros Miguel de Santillana y Díez, conocemos que esta batería de San Rafael necesitaba construirse de nuevo, de forma provisional, a la cabecera del espigón mientras se finalizaran las obras, con mayor altura y espacio para poder ubicar en ella un mayor número de piezas y capacidad para una guarnición de dieciséis hombres.
Siete años más tarde, el ingeniero gaditano José Herrera García, anotó en un memorial que la batería de San Rafael era de forma semicircular y abierta por su gola, y que cruzaba su fuego con las demás baterías. Indicaba a su vez que su estado necesitaba reparaciones de importancia. Como podemos ver, el estado de estas construcciones era materia de constante preocupación para los ingenieros militares, quienes indicaban en sus informes su deterioro y ruina, aunque la verdad era que el Ministerio de la Guerra no solía atender estas indicaciones técnicas, aduciendo normalmente la falta de presupuesto.
Mientras tanto, por razones comerciales y económicas, la Junta de Reales Obras del Puerto necesitaba nuevos espacios para desarrollar sus proyectos de mejoras y ampliaciones del Puerto. Por ello, solicitó en su día las baterías al Ministerio de la Guerra. Por tiempo después, por Real Orden de 13 de julio de 1878, el estamento militar contestó indicando que tras ser valoradas por el ministerio de Hacienda serían cedidas a la Junta del Puerto.
Dificultades de todo tipo pudo haber entre uno y otro ministerio, el caso fue que la entrega no se materializó para la fecha que se había acordado. Mientras tanto, las baterías de San Rafael, San Nicolás y San Felipe fueron demolidas en 1900, quedando solo los solares.
Bien entrado el siglo XX, la Junta del Puerto volvió a solicitar al ramo de guerra las baterías mencionadas. Y poco tiempo después, en julio de 1923, el Gobierno Militar de Málaga entregó un oficio a la Junta del Puerto indicando que al acto de entrega de los terrenos donde había estado situadas las baterías y demás edificaciones, no deberían asistir ningún funcionario de Hacienda, y que para compensar al Ministerio de la Guerra por la cesión de los terrenos, la Junta del Puerto tendría que abonar al ministerio la cantidad de 441.892,50 pesetas. Dicha cantidad serviría para adquirir una finca con el fin de destinarla a Gobierno Militar. Sin embargo, esta disposición no se llevó a cabo hasta el 29 de septiembre de 1927, en el que las parcelas pasaron a jurisdicción de la Junta del Puerto de Málaga.

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