San Rafael componía, junto a las
baterías de San Nicolás, San Lorenzo, San José y San Felipe, las fortificaciones
que defendían el Puerto de Málaga y su ciudad, que con el paso del tiempo
resultaron obsoletas para dicho cometido. Por ello, a principios del siglo XX,
fueron demolidas prácticamente en su totalidad.
Pero siguiendo con las
vicisitudes de esta batería, indicar que dada su corta existencia y nula utilidad
militar, ha producido poca documentación y sólo algunas referencias que a
continuación señalamos.
La primera descripción que
tenemos de la misma fue del ingeniero director y militar Felipe de Paz y Solá,
en 1803, el cual, indicaba que San Rafael era una batería provisional, de
fajinas con una explanada de hormigón, que se encontraba en el espigón a un
lado del río Guadalmedina. Para el resguardo de los soldados había una pequeña
choza y para la defensa de la costa, cuatro piezas de a 24 libras.
Años más tarde, hacia 1830, en un
informe elaborado por el sevillano Mauricio Rodríguez de Berlanga, mariscal de
campo de ingenieros, éste hacía una breve descripción de la misma, en la que
decía que la batería de San Rafael tenía figura semicircular, a barbeta
arruinada y sin explanada. Tenía capacidad para siete piezas de artillería de
gran calibre, aunque sólo disponía de cuatro, uno de a 24 libras y tres, de a
12 libras, y un mortero. Contaba con una caseta para la guardia fuera de la
batería, para unos siete soldados pertenecientes a la Compañía de Fijos de
Málaga. Mauricio Rodríguez aconsejó adelantar aún más la batería en el espigón,
unas cincuenta varas. Y según se puede observar en la imagen de la maqueta que
se presenta, tras la batería aparecía una incipiente avenida, compuesta de
jóvenes árboles, denominada por el pueblo la Avenida de los Tristes o de Colón.
Estos terrenos colindantes al Puerto, fueron poco a poco espacios ganados al
mar y mostrados detalladamente en sus trabajos por los ingenieros como Rafael
Mitjana y Ardison.
Por otro informe elaborado en
1849 por el brigadier de ingenieros Miguel de Santillana y Díez, conocemos que
esta batería de San Rafael necesitaba construirse de nuevo, de forma
provisional, a la cabecera del espigón mientras se finalizaran las obras, con
mayor altura y espacio para poder ubicar en ella un mayor número de piezas y
capacidad para una guarnición de dieciséis hombres.
Siete años más tarde, el
ingeniero gaditano José Herrera García, anotó en un memorial que la batería de
San Rafael era de forma semicircular y abierta por su gola, y que cruzaba su
fuego con las demás baterías. Indicaba a su vez que su estado necesitaba
reparaciones de importancia. Como podemos ver, el estado de estas
construcciones era materia de constante preocupación para los ingenieros
militares, quienes indicaban en sus informes su deterioro y ruina, aunque la
verdad era que el Ministerio de la Guerra no solía atender estas indicaciones
técnicas, aduciendo normalmente la falta de presupuesto.
Mientras tanto, por razones
comerciales y económicas, la Junta de Reales Obras del Puerto necesitaba nuevos
espacios para desarrollar sus proyectos de mejoras y ampliaciones del Puerto.
Por ello, solicitó en su día las baterías al Ministerio de la Guerra. Por tiempo
después, por Real Orden de 13 de julio de 1878, el estamento militar contestó
indicando que tras ser valoradas por el ministerio de Hacienda serían cedidas a
la Junta del Puerto.
Dificultades de todo tipo pudo
haber entre uno y otro ministerio, el caso fue que la entrega no se materializó
para la fecha que se había acordado. Mientras tanto, las baterías de San
Rafael, San Nicolás y San Felipe fueron demolidas en 1900, quedando solo los
solares.
Bien entrado el siglo XX, la
Junta del Puerto volvió a solicitar al ramo de guerra las baterías mencionadas.
Y poco tiempo después, en julio de 1923, el Gobierno Militar de Málaga entregó
un oficio a la Junta del Puerto indicando que al acto de entrega de los terrenos
donde había estado situadas las baterías y demás edificaciones, no deberían
asistir ningún funcionario de Hacienda, y que para compensar al Ministerio de
la Guerra por la cesión de los terrenos, la Junta del Puerto tendría que abonar
al ministerio la cantidad de 441.892,50 pesetas. Dicha cantidad serviría para
adquirir una finca con el fin de destinarla a Gobierno Militar. Sin embargo,
esta disposición no se llevó a cabo hasta el 29 de septiembre de 1927, en el que
las parcelas pasaron a jurisdicción de la Junta del Puerto de Málaga.
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