Colección de maquetas construídas por Antonio Lara Villodres

Mortero

El mortero fue una pieza de artillería gruesa, usada a mediados del siglo XV. Consistía en un tubo corto, de dos secciones, la caña y la recámara, de hierro forjado y, más tarde, de bronce. Con el tiempo, a estas armas de guerra se les añadió unos muñones a los lados para ser sujetos a sus afustes de madera con la finalidad de equilibrar mejor el tiro. El mortero fue un arma esencialmente usada para el tiro curvo en el asedio de fortalezas, ya que sus proyectiles rebasaban las murallas, cayendo en el interior de las fortalezas o ciudades.
Su gran calibre hacía que sus proyectiles, enormes bolas de piedras labradas llamadas bolaños, adquiriesen grandes pesos. Algunas de ellas llegaron a pesar más de 150 kilos. Su denominación se deriva de un instrumento doméstico del mismo nombre. También estos morteros recibieron el nombre de pedreros.
La historia recoge el uso de estas antiguas piezas de artillería por los Reyes Católicos en la toma de diversas plazas andaluzas, sobre todo en la toma de Ronda en 1484.

Órgano de fuego

Los órganos eran piezas ligeras de artillería a pólvora negra, montadas sobre carretones o soportes ligeros de madera y movidos por cuatro pequeñas ruedas, en el que iba un afuste o también denominado cureña donde descansaban tres tiros de hierro de pequeños calibre. El soporte llevaba un resorte, con el cual, el afuste podía ser inclinado y con ello se facilitaba el movimiento y la dirección del tiro. Estas piezas de artillería antigua fueron usadas a lo largo del siglo XV. La maqueta que vemos más abajo, esta basada en una imagen sacada de la contrata de Mosén Juan de Peñafiel del año 1469. El historiador y gran artillero José de Arántegui expuso este artilugio bélico en una de sus obras.

Cerbatana de fuego

Así fue también llamada esta culebrina menor, antigua pieza de hierro forjado de artillería, muy usada en el siglo XV. Tanto por su longitud como por su peso, fue un arma polivalente, ya que se uso tanto en los sitios de castillos y fortalezas como en campaña. Por estas características, dio origen a dos clases de bocas de fuego: las más pequeñas, que fueron usadas de forma manual y pasaron a denominarse arcabuces; y las mayores, como esta maqueta que vemos a pie de texto, que se convirtieron en verdaderas piezas de artillería. Su calibre estaba entre los 22 y los 70 mm., y su longitud entre el 1,5 y los 2,80 metros. Sus proyectiles eran bolas esféricas de hierro forradas de plomo o pequeñas piedras labradas, como los grandes bolaños que tiraban las lombardas. Toda la caña de la cerbatana estaba sujeta fuertemente a un soporte mediante cuerdas, y ésta, a su vez, estaba sustentada por una ligera pero robusta cureña de madera con herrajes de hierro.
Una de las primeras noticias que se tiene sobre este artilugio de guerra data de 1440, en que aparece inventariada en un recuento en Cataluña. Respecto a Castilla, se conoce que fue usada ya por los portugueses en la batalla de Toro en 1476.
Según se conoce, cuando se llevaron a cabo los trabajos para la construcción del túnel para el Metro de Madrid, fueron hallados en su subsuelo varios de estos artilugios de guerra, que al parecer fueron usados como tubos para la conducción del agua en esta ciudad. El Museo del Ejército de Madrid posee en sus salas expositoras amplio repertorio algunas cerbatanas.


Falconete

Pequeña pieza de artillería también conocida como octava de culebrina o cañón de borda giratorio. Esta popular arma fue esencialmente un cañón de retrocarga, muy usado a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, por casi todos los países europeos que poseían marina de guerra.
Aunque a lo largo de su vida esta pieza sufrió algunas modificaciones, era un arma de retrocarga, lo cual, imprimía a ésta rapidez de carga y cadencia de tiro. Su misión era la de diezmar la tripulación enemiga de la cubierta de las embarcaciones y posibilitar el abordaje. Su pequeño calibre (de 5 a 7 centímetros de diámetro) disparaba proyectiles de plomo o hierro de 1,5 kilos de peso. Por otro lado, la longitud media de estas piezas de artillería oscilaban entre 1,5 y 2 metros, y su peso rondaba los 130 kilos, dependiendo de si habían sido fabricadas en hierro o bronce.
Durante el periodo en que Málaga pasó a ser una de las mejores fundiciones de armas del momento (s. XVI ), estas piezas y otras fueron muy solicitadas por los monarcas españoles.

Ribadoquín

También conocido como ribadokín, fue una antigua pieza de artillería de tipo pequeño y de retrocarga, usada a lo largo de los siglos XIV y XV. El ribadoquín consistía en un solo y delgado tubo de bronce, cuya longitud de cañón era de unos 8 pies (unos 2 metros aproximadamente) y su peso de 300 kilos, algo menor que la cerbatana y parecido al del falcón o falconete. Su pequeño calibre le hacía ser un arma ligera y fácilmente transportable, que disparaba bolas de plomo de 2 a 5 centímetros de diámetro. Normalmente, este arma era montada sobre un robusto afuste o cureña de madera y sujeto mediante láminas de hierro al armazón. También existió un arma muy parecida a esta llamada medio ribadoquín. Como todas estas piezas, su sistema de tiro era muy rudimentario, disparando proyectiles de hierro emplomado de unos 455 gramos de peso.
En el Archivo de Simancas existe abundante documentación sobre las fundiciones de Medina del Campos, Baza o Málaga y su anexo, así como de la demanda que se hicieron de estas piezas y de otras durante la época de los Reyes Católicos y sucesores.

Pasavolante

Pieza artillera muy utilizada durante el siglo XV, sobre todo en la Guerra de Granada. El pasavolante también era denominado merlina mayor, y equivalía a media culebrina. Esta arma era considerada como una bombarda de mediano calibre. Como casi todas las armas de aquella época, estaba formada por dos secciones: la caña, de hierro forjado y duelas zunchadas por donde se deslizaba la bala de hierro o el bolaño; y su parte inferior, donde estaba el servidor que alojaba la pólvora. Respecto a su peso, podía llegar hasta los 40 quintales (unos 1840 kilos) y podía tirar bolas de hierro de hasta 18 onzas (unos 5 kilos).
El pasavolante iba sostenido sobre una fuerte cureña o afuste de madera, con el cual, se podía corregir la trayectoria del tiro. Fue un arma muy solicitada en la época en que Málaga era centro importante de fundición. El maestro fundidor mayor Bartolomé, recibió diferentes pedidos de estas armas durante el año 1505. Con la utilización del bronce, estos cañones fueron desapareciendo del espacio de la guerra en los siglos siguientes.

Cañón Venglaire

Pieza de artillería de retrocarga, de pequeño calibre, que disparaba proyectiles de hierro o plomo del tamaño de una manzana. Los cañones de este sistema contenían en su parte trasera una recámara, donde se alojaba la pólvora, la cual, se encontraba ya preparada en un bote con asa que se insertaba en dicho habitáculo. Una vez ajustado, permitía una mayor cadencia de tiro y rapidez respecto a otros ingenios a pólvora del último periodo medieval. La regulación del tiro y su altura podía ser ajustada fácilmente. El sistema ideado por el ingeniero francés Venglaire, en el que se combinaba el tamaño, la rapidez de tiro y la manejabilidad, propició el que fuera una de las primeras piezas de artillería a pólvora negra usadas en los campos abiertos. El pequeño cañón con su caja se encontraba embutido en un recio soporte de madera y sujeto por una estable y robusta cureña de madera, reforzada por láminas de hierro, y toda ella, montada sobre una plataforma con ruedas.Este modelo se encuentra custodiado en el Museo de Artillería de Madrid.

Lombardas marinas

Según historiadores y arqueólogos, la utilización de las lombardas como elemento de defensa y ataque en los navíos data de la batalla naval de La Rochella (Francia, 23 junio de 1372). En ella, la escuadra española, al mando del almirante Bocanegra, atacó a los ingleses causándoles gran estupor y miedo.
Con el tiempo, se popularizó el uso de las lombardas, adaptándolas a los navíos, como es el caso de la lombarda pedrera de tipo corto, con fuste o cureña y con regulación de altura, del siglo XIV. Al parecer, se solía llevar a bordo de carabelas y galeras como defensa de ataques enemigos cuando se salía a la mar, y una vez en puerto, eran desmontadas, registradas y guardadas. Igualmente, existían otros modelos de lombarda y pequeños cañones que fueron usados en las embarcaciones de aquellos tiempos, como los falconetes, pedreros, etc.


Otro ejemplo es la lombarda marina, usada durante las guerras de Italia (1494-1546). Modelo que formaba parte de la artillería de a bordo del navío genovés denominado la Lomellina, fletado en Gênes, a principios del siglo XVI por la rica familia de los Lomellini. Su diseño, fuerte pero ligero, muestra ya su adaptación al campo de la defensa de la marina de guerra. Dicho navío fue hundido por un fuerte huracán el 15 de septiembre de 1516, llevando abordo material bélico muy diverso. Su pecio fue descubierto en 1979.

Bombarda a duelas

Ésta es otra muestra de lombarda de tipo mediano, resultado de la necesidad de reducir su peso para poder ser más fácilmente transportada. Era de cañón más alargado de hierro, reforzado con duelas y argollas. La pieza artillera iba sujeta a la cureña mediante cuerdas y su calibre era de tipo medio y de tiro rasante. Su servicio podía desempeñarlo uno o dos individuos.

Lombarda con ruedas

Con los avances de la poliorcética se popularizó la construcción y uso de lombardas con ruedas. Era ésta una pieza de artillería de tipo medio, de hierro, cuya cureña iba equipada con dos ruedas, las cuales, permitían una gran movilidad y colocación de tiro. Al igual que todas las lombardas, constaba de dos partes que encajaban una con otra. Todo el cañón quedaba sujeto a la cureña mediante la sujeción y refuerzo de pletinas de hierro o bronce. Este tipo de lombarda de tipo medio fue usada en 1373 en el sitio de la ciudad de Brest, al noroeste de la Bretaña, durante la conocida Guerra de los Cien Años, que enfrentó a franceses e ingleses. En el asedio de esta ciudad comercial, tanto castellanos como franceses se aliaron contra los ingleses.
En el sitio de Lisboa también fueron usadas por parte de los castellanos de Pedro I las lombardas con ruedas.

Lombardas ligeras

Con esta denominación, características y peso, se designa a un grupo de lombardas que fueron usadas para diversos cometidos. Son muy conocidas y muchas de ellas pueden ser contempladas en museos. En nuestro país podemos encontrar un numeroso y variado grupo: lombardas, bombardetas, culebrinas, pasavolantes, sacres, etc.
La lombarda o bombarda era la denominación francesa de su antigua artillería y, según parece, la primera descripción de ella se debió a un historiador italiano del siglo XIV llamado Andrea Reduggio. Al difundirse su uso por toda Europa, se crearon diversos calibres y pesos: grandes, medianas y pequeñas, siendo su misión principal la de demoler los muros de las ciudades o fortalezas.
La lombarda consistía generalmente en un largo tubo de hierro forjado por donde salía el proyectil, y otro más corto, situado en la parte posterior denominado recámara, donde se alojaba la pólvora. Estas dos secciones eran unidas mediante argollas y cuerdas a un armazón de madera, llamado fuste o cureña, quedando tanto el cañón como el armazón sujetos a tierra para impedir el retroceso y listo para su disparo.
El alcance efectivo de estos primitivos cañones era de entre 200 a 350 metros aproximadamente, aunque podían alcanzar hasta los 1600 metros. Según su calibre, podían arrojar bolaños de piedra o hierro fundido. Su uso se extendió bien pronto por toda la Península, pues las antiguas crónicas reflejan numerosos hechos donde se destaca la labor de estas máquinas infernales: Alicante, Algeciras, Setenil, Zahara, Antequera, Málaga, Baza y Granada.